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martes, 10 de diciembre de 2013

El Lugar Donde Crecen Las Cerezas.



“¿Cómo no me extraigo las venas
 y hago con ellas una escala
 para huir al otro lado de la noche?
 […]. ¿Qué haré con el miedo?”
(Alejandra Pizarnik. 1936-1972)




La muerte es como la corriente de un rio,
nunca retrocede.
La muerte describe con sangre y lágrimas
la tristeza, la nostalgia y el ahogo.
La muerte cuando se arrima,
se cuentan en silencio los pasos hasta su parcela.
La muerte es matemática,
divide corazones y multiplica las punzadas que provoca la ausencia.
La muerte es memoria, evocación,
arrastrando por mejillas el recuerdo de un mar salado.
La muerte es como un pájaro de las praderas,
vuela cuando el tiempo corre a su favor.
La muerte es como un vetusto reloj apostado en la tapia de un triste cementerio
cuando las balas buscan a los penados tras el último cigarrillo a la sombra de los altos cipreses.
La muerte es como un envío postal que nadie recogió,
viene cargada de partidas y ausencias.
La muerte es como unos niños jugando al escondite,
puede agazaparse en el sitio menos pensado.
La muerte es como el mito del andrógino,
cuando abraza sin distinción de sexos.
La muerte es…
la muerte sabe a…
la muerte…
Ella no permite soñar,
pero hace volar las botellas de agua en los coches
luego cierra las puertas y ya está.
Decidme vosotr@s si es Ella el lugar donde crecen las cerezas
o una antología sin flores.




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