Las palabras que no han sido pronunciadas
y han caído en el abandono
recurren a la antonomasia.
Son esquivas,
huidizas,
escurridizas
o se hacen eternas,
como el tiempo
varado en un hospital.
Las palabras que recurren a la antonomasia
han caído en desgracia,
algunas como Van Gogh,
caen suicidadas por
la sociedad.
Fugaces como amores en agosto,
que nunca vuelven
y siempre está ahí,
viajando con el viento,
estelas de nostalgia,
deshaciendo entre
lágrimas
una vacía maleta en el armario
con dos bolas perfumadas
en septiembre.